2023-08-23
Con la llegada de agosto no solo vienen sus brisas y sus famosos vientos; también dicen presente los recuerdos y la nostalgia de felices tiempos vividos, como bien lo dejaría inmortalizado Freddy Molina Daza en su paseo ‘Tiempos de cometa’ a través de su melancólica frase: “Lamento los días que se van, ansioso quiero su regreso”.
Y es que ineludiblemente, el de mes agosto denota tiempos alegres donde los sabaneteños salían en busca de las varillas de caña brava para realizar sus cometas en forma de sapito, avión, papagayo, cruz, estrella o la figura que más le gustara a cada uno.
Las terrazas fueron ese primer escenario donde todos aprendieron o soñaron con elevar sus cometas, pero el peligro allí era inminente, entre otros porque la pita se solía enredar en el cableado del alumbrado público, lo que provocaba la explosión de los transformadores.
Pero como no hay mal que por bien no venga, los sabaneteños se veían “obligados”, sin ninguna muestra de resistencia, a dirigirse a diferentes lugares del Municipio donde pudieran elevar sus cometas sin ningún tipo de obstáculo, más que la cantidad de pitas en el aire, donde los embrollos parecían no tener fin.
Según los historiadores, algunos de los lugares más recordados eran: la manga de El Burro, el morro de don Hernando Salazar, el morro de La Tortuga, las mangas de Promisión, las canchas de Curtimbres, etc. Entre manga y morro, morro y manga, los pobladores de este vallecito del encanto disfrutaban de los vientos de agosto, sin dejar de lado una que otra travesura, como el hecho de “capar las cometas”, una maniobra que consistía en unir un par de zapatos a través de sus cordones y lanzarlos hasta alcanzar la pita de la cometa en el aire, provocando que esta cayera al suelo.
Algo puede asegurarse, y es que fuera cual fuera la figura de la cometa, y fuese cual fuese el lugar desde donde se elevara, todos los sabaneteños esperaban con ansias el regreso de agosto, que parecía traer consigo no solo los vientos y brisas sino la alegría para grandes y chicos.