2023-11-09
Entierro de Libardo Garcés. Foto por Carlos Rodríguez, propiedad de Gabriela Lopera, 1947.
La muerte, tan antigua como la vida misma, siempre ha estado acompañada de diferentes ceremonias y ritos que varían según la cultura e incluso se transforman con el paso de los años. Hoy, abordaremos un poco más en ese ritual que sobreviene después del fallecimiento y cómo este ha ido evolucionando con el paso del tiempo.
Entierro por el Barrio Holanda. Foto por Nubia Velásquez, 1970.
Cuentan los historiadores que, cuando un sabaneteño partía del mundo terrenal, el ritual iniciaba desde su velación, la cual se acostumbraba a realizarse en la casa del difunto, especialmente en la sala, pues aún no era común la figura de ‘Sala de velación’. La duración de esta etapa dependía de cada familia, según sus intenciones y creencias particulares, y en ocasiones, durante este acto, era usual que los asistentes sentaran el cadáver con la intención de tomarse una última fotografía, en especial cuando se trataba de niños. En algunos casos, sobre todo cuando la persona no contaba con muchos dolientes, sus pocos seres queridos contrataban a las plañideras, mujeres que asistían a la ceremonia y lloraban como si hubiesen conocido al finado durante toda su vida, aunque nunca lo hubieran oído mentar.
Desfile de niños escolares acompañando el féretro en el entierro de Libardo Garcés. Foto por Carlos Rodríguez, propiedad de Gabriela Lopera, 1947.
En cualquiera fuera el caso, y como bien se observa en las fotografías de la época, los entierros eran todo un acontecimiento, un evento social al que querían asistir personas de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores.
Entierro de Libardo Garcés. Foto por Carlos Rodríguez, propiedad de Gabriela Lopera, 1947.
Una vez transcurrida la velación, la comunidad se disponía a caminar cargando el ataúd y a paso lento, hacia la iglesia, para luego dirigirse al cementerio, no sin antes detenerse por un momento en el lugar donde el fallecido pasó parte de su vida, sobre todo, donde se creía que había sido feliz, ya fuera una casa, una cantina, etc. Vale la pena señalar que mientras el cortejo pasaba por las calles, todos los negocios a su paso cerraban sus puertas y quitaban la música, como muestra de respeto.
Entierro de Libardo Garcés. Foto por Carlos Rodríguez, propiedad de Gabriela Lopera, 1947.
Los elementos que han acompañado los entierros a lo largo de la historia no fueron ajenos a dicha transformación; tal es el caso de los los ataúdes, cuyo material principal era, en su mayoría, madera chingalé, materia prima que se deterioraba fácilmente. Con el paso del tiempo, no solo fue cambiando el material sino también sus colores y diseños.
Entierro de Carlos Alberto Montoya ‘Saturnino’. Foto por Guillermo Gallego, 2005.
