2023-05-25
Foto por Anita Guzmán, 1943
Hasta principios de la década del 40, los sabaneteños se veían obligados a enterrar a sus seres queridos fallecidos en el cementerio del municipio de Envigado, del cual Sabaneta aún era corregimiento.
Foto por Pablo Baena, 1946
En 1943, el presbítero Antonio José Baena Salazar logra adquirir el lote donde actualmente se encuentra el Cementerio Santa Ana, de Sabaneta, ubicado al noroccidente del territorio, sobre la Av. Las Vegas, más exactamente a la altura del barrio Calle Larga (nombre que hace alusión a lo extenso y cuasi interminable que se tornaba este trayecto, al cargar los pesados ataúdes desde la iglesia principal hasta el cementerio).
Foto del libro ‘Sabaneta Ayer y hoy’, 1947
Su arquitectura, basada en los planos del señor Botero, consta de formas simples como el cuadrado y el círculo; algo similar al reconocido Cementerio Museo San Pedro del municipio de Medellín. En su interior, se pueden encontrar siete mausoleos, tumbas, panteones, osarios y bóvedas.
Foto de la Familia Colorado Montoya, 1975
Cuentan los historiadores que cinco de los mausoleos se pueden diferenciar fácilmente de los demás debido a su aspecto, de cerámicas de colores blanco, azul, verde y amarillo. Dichos monumentos pertenecen a algunos de los miembros más importantes de la población gitana (quienes eran fervientemente católicos) y se encuentran en el Cementerio Santa Ana gracias a un permiso concedido por el padre Ramón Arcila Ramírez, a cambio del aporte para el techo de la Parroquia Santa Ana y una suma de dinero equivalente a cinco casas en la Plaza de Envigado, la cual fue desembolsada en libras esterlinas. La solicitud por parte de los gitanos consistía en contar con total privacidad para celebrar sus rituales tradicionales: con baile, canto y llanto, pero sin público.
Foto del libro ‘Sabaneta Ayer y hoy’, 1975